Se supone que lo que más debe atemorizarnos es el caos, pero he terminado por creer que tal vez sea lo que más deseamos. (…)
Lo mejor que he hecho jamás ha sido no nadar de vuelta al barco. Pero adónde iba a ir? (…)
No deseaba restauras el pasado. L que necesitaba era una composición totalmente nueva. (…)
A los cincuenta años me puse en forma, justo cuando se suponía que mis huesos debían perder fuerza. (…)
Dicen que está de moda que los escritores cuenten sus propias historias en libros, dicen que les faltan ideas. No lo creo. Y si creo que muchas veces hace falta reflexionar sobre lo que vivimos, de dónde vinimos y lo que hicimos. Y por qué no hacerlo poniendo en el papel? Y, si sale una buena história por qué no publicarla?
Este libro es la segunda parte de la “autobiografía en construcción” de la novelista, dramaturga y poeta británica, Deborah Levy (Johannesburgo, 1959). No he lido la primera, la voy a leer, pero no hace falta que siga un orden en la lectura de los libros de su autobiografía. Ellos representan fases distintas de su vida y este de que hablo; cuenta lo que pasó cuando Deborah con 50 años, separase de su marido y junto a sus hijas, en un nuevo y destartalado piso, lejos de todo lo que representó su vida anterior en una casa victoriana repleta de libros y recuerdos, ella empieza a reconstruir su vida a la vez que percibe las dificultades de una vida en solitário en un mundo paternalista.
“Mi mujer me eligió esta alianza. Es un anillo victoriano, no es mi estilo, pero me recuerda a ella”. Y luego añadió: “Mi mujer ha vuelto a estrellarse con el coche”. <<Ah, -pensé, mientras dejábamos atrás los árboles dorados -, no tiene nombre. Es su mujer.>> Me pregunté por qué mi colega solía olvidar los nombres de las mujeres que conocía en reuniones sociales. Siempre se refería a ellas como la mujer o la novia de alguien, com si no necesitara saber nada más. Si no tenemos nombre, quienes somos?
Cuánto nos cuesta vivir? Cuánto nos cuesta ser mujeres en un mundo que aún sigue reglas paternalistas? Recuerdo situaciones por las que pasé y pregunto me; cuál el coste que pagué para lograr el éxito o lo que deseaba? Cuántas veces fui recordada por mi función y el apellido corporativo (el nombre de la empresa en que trabajaba), y no por mi nombre propio? Cuántas veces fui más una entre los hombres, cuando en realidad era la jefa o la persona que definía la relación comercial? Cuántas veces nos pusieron a prueba, por nuestras invisibles faldas? Mucho logramos a lo largo de nuestra história, como mujeres, pero aún nos queda una larga trayectoria. La mujer cambiará la história, o a lo menos cambiaremos nuestras histórias. Temos que hablar más sobre nuestra situación en la sociedad y para eso tenemos que leer y escribir más sobre nuestras experiencias en este mundo. Llego a conclusión que es el momento de contar la historia de mi madre, será una escrita muy dura, quizá nadie la quiera leer, no somos personalidades reconocidas dentro de esta sociedad. Nuestras histórias tienen mucha dolor, dolor de mujeres incomprendidas en sus famílias y entre sí. Nuestras histórias culminan con la locura de una mujer que deseó ser lo que no le fue permitido y finaliza con la culpa de otra que no ha podido ser lo que la sociedad esperaba de ella. Quizá sea el momento de contar esta história.
Creo que tiene mucha razón. Las mujeres han estado mucho tiempo silenciadas y todavía se desprecia y teme a sus palabras.
Hemos mejorado pero debemos seguir hablando y de lo qué queramos. ¿Por qué no de nuestra vida?
Un saludo
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