
El deseo de escribir así, sin pie ni cabeza, vino porque estoy leyendo un libro en que el autor, de mi punto de vista, escribe justo así. Algo alocado, tal y como es nuestra cabeza, cuando no estamos centrados en la vida y sus quehaceres. Confieso que actualmente ando así, alocada, miro aquí y allá, penso en hoy, mañana, pasado y futuro. Claro está que mi texto no es primoroso, nada poético o comprensible como el que leo de este famoso autor ganador de un Nobel y otros tantos premios. No creo que su estilo de escrita sea del agrado de todos, o de muchos, a mi me gusta. La verdad es que tengo que estar más centrada para no perderme en sus palabras y en estos días de escaso verano me cuesta encontrar la concentración.
Probablemente me vas a preguntar porque escaso verano, te explico. Vivo en Galicia, noreste de España y este año el sol anda muy perezoso por aquí. Días grises y hasta con lluvia es lo mas frecuente en este verano que fue tan deseado después del inverno y de una larga y dura cuarentena pandémica. Creo que el universo nos quiere castigar por lo que hacemos con el planeta. Hay quien diga que la pandemia fue creada en laboratório, no lo sé, no tengo cabeza ni conocimiento para discutir el asunto, a mí me cabe vivir y protegerme para no coger el tal bicho. Resulta que mismo con este verano, un tanto raro, ya dicen que estamos en la quinta ola, o sea el virus vuelve a correr y contaminar. Yo me quedo en casa, falta paciencia para estar a calle, falta dinero para salir de copas o de compras, faltan ganas de socializar. Pero estoy bien, me gusta mi viejo refugio.
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Ayer por la noche estaba pensando en la rutina. Tengo la necesidad de implantar una rutina en mi vida. La falta de trabajo hace que los días sean largos y que la rutina sea escasa. Al pensar me recordé un “noviete” que he tenido en mi juventud, él no quería comprometerse porque no le gustaba, para nada, la rutina de una relación. Bueno…, sé que fueron palabras bonitas para no decir que no quería tener un compromiso conmigo y si picotear a cada esquina. La cuestión es que me quedé con lo de la rutina a cabeza y creo que por eso no me gusta mucho lo que se hace a diario como una regla. Las reglas tampoco me agradan. Caro lector, no pense con eso que soy una desvairada que anda por la vida sin respetar al otro o a las leyes. De echo, soy toda politicamente correcta, pero si me imponen una regla que no me cuadra, no me siento confortable y me rebelo, casi como una anarquista. Tengo mis propias reglas basadas en mis valores personales y creo que están muy bien fundamentadas y las sigo a gusto pues tienen una razón de ser.
La cuestión de la rutina, que pensaba ayer, me vino por el deseo de escribir más a diario y por la necesidad de adelgazar, lo que significa cambiar mi rutina, o mi falta de rutina, y hacer cosas repetidas todos los días. Fue en ese pensamiento que me atuve:
<<Ostras, pero si ya hago muchas cosas repetidas todos los días!??!>>
Es verdad, sin darme cuenta hago todos los días las mismas cosas, la diferencia es que no había percibido la rutina en estas cosas porque me son naturales, normales y necesarias – las 3 Ns. Además a cada día las hago de forma distinta y en momento diferente, o sea, no hay un hacer igual día trás día. Pensando en eso percibo que puedo agregar más tareas sin que me agobie o me sature el día.
Creo que vemos lo malo, lo negativo por juzgar mal a determinadas palabras o situaciones, sin contar con lo que juzgamos a los demás y nosotros mismos, ese ya sería un tema para un largo texto. Por muchos años he pensado en la rutina tal y cual me comentó aquél chico hace 30 años que no abrí mis ojos a ver que no hay nada malo en la rutina, porque en realidad nada es lo mismo para siempre. Tenemos que quitar amarras, probar nuevas situaciones, dejar de juzgar y abrirnos para lo nuevo, probar la vida en su dimensión que es única y muy corta, dar vez a sentir las sensaciones con la máxima intensidad posible, experimentar comidas, decir que amo, compartir momentos con tus seres queridos y hacer nuevos caminos para tener nuevas experiencias. Pero también, si a ti te gusta el hacer igual, sepa que de igual-igual-igual hay poco, porque el día cambia, la hora cambia, el água, el aire y la acción por más similar que sea también es distinta. Y no pasa nada. Lo importante es ser feliz y contar tu história.
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Ya lo sé, no cuento nada de nuevo. Pero vale recordar y por eso escribo.
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Algun vecino de la calle tiene su altavoz a todo volumen. Soy obligada a escuchar un trap o rap, o sea lo que sea esa música. No me gusta, tampoco me disgusta de todo, hay músicas que tienen una batida interesante, pero resulta ser la minoria. A mí me gusta más el rock, el pop, la “bossa nova”y hasta el clásico. La música tiene un efecto impresionante sobre mi estado anímico. Me mueve y remueve. O sea, soy movida por el ritmo de la música que tengo en mis cascos. En general cuando voy a escribir o leer, pongo mi Spotify en canciones de relajación o lounge, para ayudarme con la concentración. Ya si estoy conduciendo o caminando – ojalá un día pueda correr – tengo música alegre y movida, para que mi corazón bata tal cual el ritmo de la canción. Cuando percibo que estoy en un bajón emocional, en general es porque estuve demasiado tiempo sin oír música o demasiado escuchando temas muy tranquilos de meditación o tristes. La mejor medicina para estos días es una ducha y un baile. La ducha limpia la baja energía estabelecida y una buena selección de músicas para bailar repone nuevas energías en el cuerpo. Santa medicina, pasado un rato estoy como nueva. Ahora mismo me gustaría bailar, muchas veces lo hago sola a casa mientras limpio la casa o hago la comida. Hoy me es imposible, tengo la espalda fatal, creo que dormi en una mala posición y no doy movido el cuello ni el brazo izquierdo. En mis cascos suena Bruno Mars, la música que en el video tienen los monos bailando. Me encanta! Bailo solo con los pies, sentada en mi sillón favorito, mientras escribo estas lineas.